LAS
MÍSERAS SUBAS DEL MÍNIMO NO IMPONIBLE
Luego del parazo nacional del 20N al gobierno no le quedó otra que dar una respuesta a la justa reivindicación contra el impuesto a las ganancias que recaía sobre el salario de los trabajadores. Con bombos y platillos anunció un aumento del 20% del mínimo
no imponible y de las deducciones para la cuarta categoría del impuesto a las
ganancias, asegurando que se trataba de una medida en favor de los
intereses de los trabajadores. Sin embargo, el 20% de aumento se encuentra por
debajo de los niveles inflacionarios que existen hoy en la economía argentina, y
muy lejos ya del 50% de inflación desde la última vez que se actualizó en el
2011. Esto implica que si los salarios en las próximas paritarias se ajustan
cercanos a los valores inflacionarios (alrededor de un 25%) provocaría un
aumento del pago del tributo para aquellos trabajadores en relación de
dependencia que ya estaban pagando el impuesto y también el ingreso al pago del
mismo de aquellos trabajadores que están muy cerca del mínimo no imponible, lo
que termine provocando una pérdida neta del salario real. Para que
esto no ocurra, los salarios tendrían que ajustarse al 20% como las subas del
MNI y las deducciones, lo que implicaría un aumento nominal por debajo de la
inflación, esto es, nuevamente, una perdida del poder adquisivito del salario. Es decir que este anuncio que para el gobierno es una medida a favor
de los trabajadores, hará que o tributen lo mismo a costa de un menor salario
real o que paguen más impuesto al salario si mínimamente el aumento iguala la
inflación.
La
medida no favorece al trabajador y si al estado nacional y las provincias (el
IG es coparticipable) que mínimamente recaudarán lo mismo que antes de la suba
y posiblemente terminen recaudando más. En 2012 el gobierno ya recaudó por el
impuesto al salario entre 17 y 22 mil millones de pesos. Pero principalmente el
objetivo del anuncio del MNI está puesto en limitar las demandas por salario en
las paritarias y de esa forma disminuir el “costo laboral” de las empresas.
UNA ESTRUCTURA
TRIBUTARIA REGRESIVA
En
teoría, el impuesto a la renta puede ser un elemento que redistribuya de manera
progresiva los ingresos. Con tasas progresivas se lograría que mientras más renta
tenga el contribuyente mayor sea la alícuota a aplicar y así los que tengan más
ingresos son los que proporcionalmente tributen más. Pero en la Argentina este impuesto
cada vez tiene menos de progresivo y más de regresivo. No sólo por una cuestión técnica que hace a las escalas de las tasas " a secas", sino que en la concepción misma del tributo hay una teoría de la distribución personal del ingreso que considera a todos los "ciudadanos" por igual borrando así su papel en la producción de la riqueza y su relación con los medios de producción. Si, por el contrario, hubiera una concepción desde el punto de vista funcional del ingreso sería a las claras una injusticia el aplicar el impuesto a los asalariados. En términos marxistas, se trata de una razón "de clase".
Si el impuesto al salario ya es fuente de enorme malestar entre los asalariados, observando el conjunto de la estructura tributaria puede concluirse fácilmente que el gobierno sustenta cada vez más su recaudación en las espaldas de los trabajadores. Empezando con el IVA (impuesto al valor agregado) que afecta principalmente a los consumos populares y participa en casi un tercio de los ingresos del fisco. Podemos ver en la participación de cada tributo en la recaudación fiscal del 2011 lo regresivo del sistema tributario:
Si el impuesto al salario ya es fuente de enorme malestar entre los asalariados, observando el conjunto de la estructura tributaria puede concluirse fácilmente que el gobierno sustenta cada vez más su recaudación en las espaldas de los trabajadores. Empezando con el IVA (impuesto al valor agregado) que afecta principalmente a los consumos populares y participa en casi un tercio de los ingresos del fisco. Podemos ver en la participación de cada tributo en la recaudación fiscal del 2011 lo regresivo del sistema tributario:
-IVA 29%
-Sistema
de seguridad social 25,1%
-Ganancias
de Sociedades 13,1%
-Derechos
de exportación 9,8%
-Créditos
y débitos en cta. cte. 6,8%
-Ganancias
de personas físicas 6,6%
-Combustibles
3,3%
-Derechos
de importación y otros 2,9%
-otros
3,4%
Los aportes a la seguridad social también tienen un peso significativo. Una parte de ellas se descuentan del sueldo y otra parte las constituyen las contribuciones patronales, pero estas últimas gozan de significativas reducciones gracias a otra herencia del menemismo que fue continuada por los K. Lo recaudado en este concepto sólo debería ser utilizado para el pago de jubilaciones y otros tipos de rentas vitalicias, sin embrago, el gobierno utiliza parte de estos fondos para hacer frente mayoritariamente a los pagos de la deuda pública. Es decir que, parte de lo recaudado para seguridad social termina en manos de especuladores financieros.
Es decir que los trabajadores y sectores
populares son los que más pagan, no sólo con el IVA y los aportes a seguridad
social, también ahora con el impuesto a las ganancias sobre personas físicas. Este
impuesto tiene una elevada participación del 6,6% del total de lo recaudado,
donde se encuentra lo tributado por los trabajadores en relación de
dependencia. Si se quiere tener una mejor redistribución se debe eliminar el
impuesto sobre el salario y que lo paguen sólo aquellos que ocupan cargos
jerárquicos en las empresas.
¿Y
cuánto se les cobra a las empresas y los que más ganaron con el “modelo”?
Lo
que se recauda en concepto del impuesto a las ganancias pagado por Sociedades
es muy menor si se lo compara con el IVA, y más teniendo en cuenta que el 2011
fue un año de buen crecimiento económico por lo que las empresas registraron
buenos resultados. Aquí se impone eliminar la tasa proporcional del 35% y
establecer tasas progresivas donde las grandes Sociedades que tienen abultados
resultados tributen tasas más altas que el 35% y que el impuesto a las
Ganancias de Sociedades tenga un peso mucho mayor que el que tiene hoy en la
estructura tributaria.
Por otro lado, impuestos que podrían ser
muy progresivos como Bienes Personales y Ganancia Mínima Presunta tienen una
escasísima participación en la recaudación fiscal. El primero grava el patrimonio de las personas
físicas, pero la tasa máxima aplicada para aquellas personas con un patrimonio
que supere los $5.000.000 es de ¡1,25%! Es necesario que se eleve mucho más la
tasa a aplicar a estas grandes fortunas. Asimismo, la Ganancia Mínima
presunta grava los activos de las sociedades con una ínfima tasa proporcional
del 1% e incluso puede deducirse lo pagado por el impuesto a las ganancias, con
lo que si lo tributado por este último es superior, las sociedades no pagan
IGMP.
En síntesis, podemos ver cómo la estructura
tributaria argentina está basada fundamentalmente en la confiscación de los
ingresos de los trabajadores. Las grandes riquezas y rentas en el país pagan un
ínfimo porcentaje de lo que podrían tributar. El gobierno de CFK le saca a los
trabajadores para dárselo a los especuladores financieros que tienen deuda
pública, a los Roggio, Cirigliano, Edenor, Edesur y a todos sus amigos
capitalistas para que hagan sus negocios, mientras sigue
sosteniendo que todo esto es “en beneficio del trabajador”.
ACUERDOS
CON EMPRESAS SÍ, TECHOS A LAS PARITARIAS, TAMBIÉN!
Días
después del anuncio de la elevación del mínimo no imponible en un 20% en la
cuarta categoría, el gobierno realizó un dudoso acuerdo de precios por 60 días
con las grandes cadenas de supermercados y electrodomésticos. Así, no sólo
reconoció la inflación reciente, sino que no implica ninguna garantía de un
límite al incremento de precios. Más bien se trata de dar vía libre el “día 61” de que los empresarios
sigan remarcando precios para garantizar (eso sí) sus propias ganancias. El
techo a las paritarias no sólo se realiza con pedidos formales de la presidenta
llamando a “moderar las exigencias” a los sindicatos, sino con límites
concretos como una suba perversa del MNI frente a la escalada inflacionaria, y
con maniobras como los acuerdos de precios durante el período en que se
negocian las paritarias, mostrando falsamente a los trabajadores que no hay
aumentos y así poner techos ridículos al salario por debajo del 20%. Ni siquiera el ala oficialista de Caló en la CGT puede sostener semejante descalabro. Para peor,
los trabajadores sólo podrán negociar sus salarios una vez al año, mientras que
a las empresas se les permite, de mínima, remarcar cada dos meses.
Ante
esta situación, es necesario pelear por el fin del impuesto al salario. Por una
escala móvil de salarios, una indexación y ajuste bimensual o trimestral en
base a la inflación real. Debemos exigir la apertura los libros contables de las
grandes empresas para demostrar que la suba de precios no tiene nada que ver
con pérdidas sino que es para mantener las altas ganancias a las cuales se
acostumbraron todos estos años de falso “crecimiento con inclusión”. Como contadores, administradores y estudiantes de ciencias económicas en general podemos jugar un rol muy importante desnudando estas realidades y así poner nuestros conocimientos al servicio de los trabajadores..